Hola a todos desde Hong Kong, donde hemos tenido un día bastante completo. Hemos andado como jabatos, comido como leones - unas veces con más éxito que otras -, nos hemos perdido unas 30 veces y hemos disfrutado de esta singular ciudad que tiene mucho que ofrecer. Ha caído el puto diluvio universal por la mañana, especialmente a la hora de comer, que el tema ha sido totalmente torrencial, indiscriminado y cabrón. ¿Que cuánto llovía? Este vídeo esta hecho poco antes de que lloviese el doble, para que se hagan una idea. Los mamones que estaban allí de manifestación o pasando el rato se han tenido que ahogar, por lo menos.
Antes de todo eso y en un momento que no llovía - timing perfecto por una vez - subimos a The Peak, el punto más alto de la ciudad, donde han construído un centro comercial con una terraza donde se ve todo Hong Kong. Las vistas son impresionantes y hemos aprovechado para comprar unas cuantas mamonadas - imanes de nevera, llaveros y demás carajotadas. Nos han hecho subir dos veces porque la tía que tenía que comprobar el ticket se ha hecho el chichi un lío y creía que no habíamos pagado. Por el camino, entre escaleras mecánicas, había un sitio que vendían coches eléctricos que subían por las paredes, guitarras eléctricas con televisión y demás cosas increíbles. Las vistas hablan por sí mismas, y eso que estaba nublado! Hemos visto hasta cuatro halcones dando vueltas por ahí. No había visto ninguno en mi vida - suponiendo que fuesen halcones, creo, que yo qué coño sé de pájaros...
Justo después nos ha caído la mundial, como si hubieran abierto grifos en el cielo. Como nos ha pasado muchas veces en este viaje - y camino del restaurante - hemos parado en un centro comercial que ha resultado ser el más lujoso de la ciudad. Gente haciendo cola en Chanel y Cartier, pasta por todas partes y nosotros entrando al servicio en plan indigente para quitarnos los calcetines, que estaban empapados. No hemos llegado a comer pato, pero había un restaurante local en el piso de arriba que ha resultado ser un descubrimiento. Aquí se estila mucho el dim sum, muchos pequeños platos que se comparten, y hemos pedido un mix de cosas. La mayoría estaba bueno, pero no he tenido cojones de comerme el último. Belén sí lo ha probado, era una especie de gelatina rellena de garbanzos que servían de... ¡¡¡postreeeeee!!! Vean, vean, es uno de los mejores vídeos del viaje.
Hemos vuelto - tras media hora de caminata subterránea por Hong Kong para no mojarnos - para cambiarnos, porque nuestros pies olían como los de los dos tíos de ayer, el señor Roque y Mr. Fort, qué hijos de la gran puta, enemigos íntimos del jabón. No hemos tardado en volver a salir para ver la Sinfonía de Luces, un espectáculo diario en Hong Kong que dura más o menos 20 minutos. Ponen una música y los edificios de Hong Kong ya iluminados coordinan sus luces con el sonido. El resultado es espectacular. No creo que este vídeo haga justicia a lo que hemos visto. Todo el mundo debería ver esto una vez en la vida. Mañana volvemos.
Hemos vuelto - con reserva hecha - para comer el puto Pato Pekín. Llevamos todo el viaje queriendo zampar pato Pekín, hice una guía de dónde encontrarlo en cada ciudad pero por H o por B o hemos pasado o hemos comido muchas veces fatal - había perdido 11 kilos y ahora he ganado 5 desde la Final Four, pero que me quiten lo bailao, qué cojones, será un verano largo en ese sentido. Hemos ido a un sitio llamado Peking Garden, en el 3 de Salisbury Road. Doy la dirección porque el sitio es ESPECTACULAR y el pato estaba EXQUISITO. En dos palabras - volvemos mañana. Haría llorar a Bruce Lee si estuviese vivo.
Mañana el plan es similar al de hoy y depende un poco del tiempo. Visitar mercados locales - hemos visto algún chollo interesante -, subirnos en el muy famoso Star Ferry para surcar la bahía como en la canción de los Cantores de Híspalis - no la escuchen, es para pegarse un tiro - y rehacer la maleta por enésima vez. Pasa que esta vez tendremos 20 kilos de equipaje y o nos pasan la mano un poco o nos van a meter un clavo que nos va a limitar mucho en Hanoi.
Pero esa es otra historia que os contaremos mañana.
Yo soy muy pesao porque casi siempre cuento la misma historia de Hong Kong. Además con el arranque lluvioso del post de hoy viene al pelo.
ResponderEliminarHace tanta humedad y tanto calor en ese territorio del sur de asia, que cada vez que encendían el aire acondicionado en el teatro donde trabajábamos, como un par de horas antes de que entrara el público, llovía literalmente dentro de la sala y de la torre del escenario.
Un teatro modernísimo y cubierto. Nada de escenario al aire libre.
Durante la noche y parte de la mañana se acumulaba tanta humedad y temperatura dentro del recinto, que al enfriar toda esa masa de aire se producía una condensación que, literalmente, hacía llover en un espacio cerrado. Un espacio enorme en volumen, pero cerrado.
Lo juro por estas.